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Espacio Verde

  • Foto del escritor: Silvia Natividad Chipana Tintaya
    Silvia Natividad Chipana Tintaya
  • 6 nov 2024
  • 3 Min. de lectura

Chaqueos e incendios forestales acaban con el pulmón de Bolivia


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Silvia Chipana


Cada año, Bolivia sufre la destrucción de sus bosques mediante chaqueos, sobre todo los meses de junio a octubre, que es la época seca y donde los fuertes vientos también ayudan a la propagación del fuego. La combinación de intereses económicos, la falta de regulación en las leyes y las políticas permisivas han perpetuado esta práctica, sin tomar en cuenta las graves consecuencias, especialmente las medioambientales.


El chaqueo se lo realiza principalmente con el objetivo de expandir la frontera agrícola. Los mayores beneficiados son los sectores agroindustriales, ganaderos y especuladores de tierras, y los más afectados son: comunidades indígenas, la biodiversidad, la fauna silvestre, los ecosistemas, el medio ambiente e incluso la economía local y el turismo.


Este 2024,  se quemaron 10 millones de hectáreas hasta mediados de octubre, entre bosques y pastizales, siendo Beni, Santa Cruz y Pando los departamentos más afectados. Este número es alarmante, ya que supera todos los récords de los últimos años en Bolivia.


Los incendios se salieron de control y las acciones para combatirlos han sido insuficientes. Cabe recalcar que estos incendios en su mayoría, por no decirlo en su totalidad, son provocados y no accidentales. Las sanciones para los responsables son muy blandas o no se hacen cumplir, lo que permite que personas malintencionadas sigan quemando y destruyendo los bosques con libertinaje.


Por estos hechos, el gobierno tomó ciertas medidas, como decretar emergencia nacional y la pausa ambiental indefinida, las cuales realmente ayudan poco respecto al gran desastre que han dejado estas quemas. Si hablamos de medidas preventivas, Bolivia se queda muy atrás, ya que varias normativas y políticas son cuestionables porque promueven, ya sea directa o indirectamente el chaqueo y la expansión de la frontera agrícola.


La pregunta es, ¿el beneficio de los monocultivos (soya, maíz, etc.) y la ganadería es para toda la sociedad boliviana o solo genera ganancias económicas a corto plazo para algunos sectores específicos? La realidad es que los costos indirectos que se están pagando y se van a pagar después de los incendios son demasiado altos.


El chaqueo pone en peligro a muchas especies de animales y plantas, algunas de ellas en peligro de extinción. Al quemar extensas áreas, se eliminan hábitats esenciales para la vida silvestre, generando pérdida de biodiversidad.


El humo provocado por los incendios afecta la calidad del aire en ciudades y pueblos cercanos. Esto incrementa los problemas de salud respiratoria, especialmente en niños, ancianos y personas con condiciones preexistentes.


La deforestación causada por los chaqueos contribuye al cambio climático al liberar grandes cantidades de dióxido de carbono y metano, ayudando al efecto invernadero y provocando el aumento de la temperatura global.


La pérdida de vegetación impacta los ciclos del agua, afectando los procesos de retención y recarga de los acuíferos y reduciendo la disponibilidad de agua en épocas secas. Por el contrario, en épocas de mucha lluvia, la eliminación de bosques facilita las inundaciones.


Las comunidades indígenas son de las más afectadas, debido a la pérdida de territorios tradicionales, que son destruidos por los incendios o convertidos en tierras de cultivo o pastoreo. La degradación del suelo afecta su seguridad alimentaria porque disminuye su productividad agrícola y la disponibilidad de alimentos.


La destrucción de áreas naturales protegidas y parques nacionales, que son importantes destinos turísticos, afectan a comunidades que dependen de este sector para su sustento.


Ciertas leyes y decretos han tenido como objetivo incrementar la producción agrícola y ganadera en Bolivia. Sin embargo, parecen ser incentivos para prácticas de chaqueo y deforestación descontrolada, principalmente debido a la falta de control, las bajas sanciones  y falta de supervisión adecuada. El gobierno, como cada año, se pone tarde los pantalones  para combatir este problema, esperando a que la situación se salga de las manos.


Los más beneficiados económicamente son grandes empresarios con poca conciencia ambiental, que a comparación de otros países, que también se dedican a la agroindustria y la ganadería, la productividad en Bolivia es poca, mientras que la devastación ambiental es enorme. Lo que termina afectando a los bolivianos y su hogar verde.


No se debe dejar de  lado la importancia del cuidado del medio ambiente en Bolivia, ni tomarlo como de los últimos asuntos a tratar. Las leyes y sanciones para infractores que atenten contra el ecosistema deben ser más duras y sobre todo deben hacerse respetar, porque si no es así, el riesgo que corre nuestra diversidad y bienestar puede llegar a ser catastrófico.

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