Jorge Saavedra Cora, un soldado, un trabajador, un padre
- Maribel Vino
- 11 nov 2024
- 4 Min. de lectura

Por : Ivan Saavedra Choque
El Alto , 11 nov. (Noticias con altura)
Jorge Saavedra Cora, un boliviano de espíritu indomable, ha vivido una vida marcada por la adversidad y la superación. A los 16 años, impulsado por un espíritu aventurero y un fuerte sentido del deber, decidió alistarse en el ejército, falseando su edad para servir a su país.
Un joven soldado en tiempos turbulentos:
En plena juventud, Jorge se vio envuelto en los conflictos armados que azotaban Bolivia. Durante tres años, combatió en la guerrilla de Teoponte, donde experimentó el horror de la guerra y la incertidumbre de la vida en el frente. La selva se convirtió en su campo de batalla, un lugar donde aprendió a sobrevivir con lo mínimo y a enfrentar el miedo cara a cara. La guerrilla le enseñó tácticas de combate, la importancia de la camaradería y la resiliencia. Vio cómo un pequeño grupo de guerrilleros podía hacerle frente a ejércitos mucho más grandes, utilizando la sorpresa y la movilidad como sus principales armas. Sin embargo, la vida en la guerrilla era precaria y peligrosa. Las emboscadas eran constantes, y cada paso que daban podía ser el último. Una noche, mientras se encontraba oculto en la copa de un árbol, a punto de caer en una trampa tendida por el ejército, tuvo un sueño premonitorio: dos caballos blancos, símbolo de buena suerte en Bolivia, le anunciaron su supervivencia. Gracias a la agudeza visual de su líder, que desde lejos observaba a través de un larga vista, Jorge y sus compañeros pudieron evitar la emboscada. Esa noche, tras una intensa balacera y un bombardeo aéreo, Jorge volvió a soñar con los caballos blancos, reafirmando su convicción de que había escapado a la muerte por designio del destino.
La fotografía como refugio:
La fotografía se convirtió en un refugio para Jorge tras su experiencia en la guerra. Con su cámara, buscaba capturar la belleza de la vida cotidiana y olvidar, aunque fuera por momentos, los horrores que había vivido. Con cada retrato, cada paisaje, sentía que construía un mundo propio, un mundo de paz y armonía. Los ingresos de su trabajo como fotógrafo le permitían llevar una vida modesta pero digna. Solía guardar sus ganancias en pequeñas cajas de cartón, amontonando monedas como si fueran soldados victoriosos en una batalla personal contra la pobreza. Sin embargo, la calma que encontraba detrás del lente se vio perturbada por los conflictos políticos que sacudían al país. Las noticias de enfrentamientos y las imágenes de violencia en los periódicos le recordaban la fragilidad de la paz y la importancia de valorar cada momento.
Un legado de amor:
Fue durante esta etapa que conoció a María Choque Condori, el amor de su vida.
María Choque Condori fue la compañera inseparable de Jorge durante muchos años. Su amor fue un faro que iluminó su camino y le dio fuerzas para enfrentar los desafíos de la vida. Juntos construyeron una familia, criando a tres hijos: Reynal, Franklin e Iván. A pesar de las limitaciones económicas, siempre se esforzaron por brindarles a sus hijos una buena educación y un hogar . El legado que dejaron a sus hijos es invaluable: la importancia de la familia, el valor del trabajo duro y la capacidad de superar cualquier adversidad. María, con su sabiduría y su amor incondicional, fue un ejemplo a seguir para todos los miembros de la familia.
La mina como escuela de vida:
La necesidad de mejorar su situación económica llevó a Jorge a trabajar en las minas de la Provincia Franz Tamayo, en el pueblo de Rayo Rojo. Allí, junto a sus hijos Reynal y Franklin, vivió una experiencia que marcaría sus vidas para siempre. Los duros trabajos en los socavones, la oscuridad perpetua y el constante peligro los pusieron a prueba, pero también los unió como nunca antes. Las vacaciones escolares se convirtieron en una aventura compartida, donde aprendieron el valor del trabajo duro, la importancia de la solidaridad y la belleza de la naturaleza. A pesar de las condiciones difíciles, encontraban momentos de alegría en las noches alrededor de una fogata, compartiendo historias y sueños.
El mecánico emprendedor:
Con el dinero ahorrado en la mina, Jorge adquirió una vagoneta y un arco de soldar, iniciando así una nueva etapa como mecánico. Su taller improvisado se convirtió en el centro de atención de la comunidad. No solo reparaba bicicletas, sino que también se encargaba de arreglar motores, fabricar herramientas y realizar pequeñas construcciones. Con su vagoneta, se convirtió en un verdadero comerciante ambulante, llevando juguetes, comida y otros productos a las ferias de la frontera con Perú. Su habilidad y dedicación lo convirtieron en una figura respetada en la región, conocido por su ingenio y su capacidad para solucionar cualquier problema mecánico.
Un legado de lucha y amor:
Hoy, a sus 74 años, Jorge Saavedra Cora es un hombre sencillo y trabajador, profundamente agradecido por todo lo que ha logrado. A pesar de las dificultades, siempre ha mantenido una actitud positiva y ha luchado por el bienestar de su familia. La pérdida de su amada esposa, María Choque Condori, el 19 de marzo de 2023, fue un golpe duro que marcó su vida. Sin embargo, su amor por ella y su legado continúan siendo una fuente de inspiración. Su historia es un ejemplo de resiliencia, perseverancia y amor incondicional, un legado que transmitirá a sus hijos y nietos.
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