Entre la bruma y los sueños: un día en el camino hacia la universidad
- Alejandra Ticona Sea
- 25 nov 2024
- 2 Min. de lectura

Por: Edilber Apala Ayaviri
El Alto, 25 Nov. (Noticias Con Altura).- El reloj marca las 6:00 a.m., y aunque el cuerpo aún suplica por un par de minutos más de descanso, la rutina no perdona. Cada mañana comienza con una batalla silenciosa contra la pereza, esa sensación que se disipa con el agua fría en el rostro. El día todavía está en sus primeras horas, pero la mente ya empieza a despertar, repasando los pendientes y desafíos que trae consigo la jornada.
La mochila, fiel compañera, espera en un rincón cargada con libros, cuadernos y sueños que parecen más pesados de lo que realmente son. Salir temprano no es una opción; es una necesidad. El trayecto hacia la Universidad Pública de El Alto se convierte en un ritual diario, uno que consume una hora entre las curvas de la ciudad y el bullicio del transporte público.
El minibús avanza entre calles llenas de vida, donde el aroma de las salteñas recién horneadas se mezcla con el ruido de los mercados que apenas comienzan a despertar. Cada rostro en el vehículo lleva una historia distinta, pero todos compartimos el mismo destino: avanzar. La ciudad, en su caos aparente, se convierte en una inspiración silenciosa.
Al llegar a la universidad, el ambiente cambia. Las aulas, llenas de murmullos y risas, se convierten en el escenario donde las ideas se transforman en proyectos, en futuros posibles. Cada materia es una pieza más del rompecabezas que construye el mañana, pero no todo es teoría. También están esos momentos de café compartido, las discusiones apasionadas sobre proyectos, y los suspiros resignados ante el reloj, que siempre corre más rápido de lo que quisiéramos.
El regreso a casa es otro viaje, uno que transcurre entre el cansancio y la satisfacción de haber dado lo mejor de uno mismo. La noche llega con una pausa para la reflexión, un momento para agradecer y recargar fuerzas. Aunque el día haya sido largo, cada esfuerzo tiene un propósito, porque, al final, son los sueños los que nos mantienen en movimiento.
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