Batas Blancas, Canchas Verdes: Dr. Guillermo Álvarez Durán
- Silvia Natividad Chipana Tintaya
- 27 nov 2024
- 4 Min. de lectura

Por: Cristofer Caballero
"Entre el legado familiar y mi amor por el fútbol, construí mi camino hacia la docencia."
Por Cristofer Caballero Calle
Guillermo Álvarez Durán nació el 6 de mayo de 1986 en la ciudad de La Paz, Bolivia, en el seno de una familia profundamente vinculada al ámbito de la salud. Su padre, el Dr. Orlando Álvarez Quisbert, médico general, y su madre, una enfermera dedicada, le inculcaron desde pequeño el amor por el servicio a los demás. Esta influencia marcó su vida desde temprana edad, despertando en él un profundo interés por el área de salud.
Infancia: entre batas blancas y una pelota de fútbol
Guillermo creció viendo a sus padres dedicarse con pasión a la atención médica. Mientras su padre realizaba largas jornadas en el hospital, su madre se ocupaba tanto de su trabajo como de cuidado del hogar. Aunque la vida era maso menos sencilla, el ambiente familiar era cálido y lleno de enseñanzas sobre la empatía y la responsabilidad.
Desde niño, Guillermo dividió su tiempo entre los estudios y los partidos de fútbol en su barrio. "Mis días estaban llenos de aventuras: por la mañana soñaba con ser doctor, y por la tarde, con ser futbolista profesional", recuerda. Era un niño curioso, siempre preguntando a su madre sobre los instrumentos médicos o acompañando a su padre al consultorio cuando se lo permitían.
Adolescencia: el peso de las decisiones
Durante su adolescencia, Guillermo comenzó a destacarse tanto en el ámbito académico como en el deportivo. Aunque soñaba con ser futbolista, su padre siempre le recordaba la importancia de tener una profesión sólida. Finalmente, inspirado por los valores inculcados por su familia, decidió estudiar en el área de salud, una elección que combinaba su deseo de ayudar con el ejemplo de servicio que vio en sus padres.
Juventud: el descubrimiento de la medicina forense
Ya en la universidad, Guillermo se enfrentó a los desafíos propios de la carrera. Mientras sus compañeros admiraban la pediatría o la cirugía, él encontró en la medicina forense una fascinación especial. "Siempre me intrigaron los misterios y cómo la ciencia puede dar respuestas donde otros no pueden con el conocimiento de la Anatomía" manifestó.
El fútbol seguía siendo su refugio. Los fines de semana, entre largas noches de estudio, se daba tiempo para jugar partidos con sus amigos. Esta pasión le ayudaba a mantener el equilibrio ya despejarse de las exigencias académicas.
A lo largo de esta etapa, su padre se convirtió en su principal apoyo, brindándole consejos tanto profesionales como personales. Sin embargo, Guillermo tuvo que enfrentar momentos difíciles, como la presión académica y la presión de ser el hijo de un reconocido Medico. Pese a ello, nunca perdió de vista sus metas.
Adultez: una carrera construida con esfuerzo
Hoy en día, el Dr. Guillermo Álvarez Durán, desempeña un rol destacado como docente en la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA) y en Univalle, donde forma a futuros médicos con pasión y dedicación.
Aunque sus responsabilidades profesionales son grandes, el Dr. Guillermo nunca dejó de lado su amor por el fútbol. Cada domingo se reúne con sus amigos para jugar en un equipo amateur, manteniendo vivo su espíritu competitivo. “El fútbol me recuerda que en la vida, como en la cancha, no importa cuántas veces caigas, sino cuántas veces te levantas”, menciono con orgullo.
Como docente: el equilibrio entre pasión y errores
El Dr. Guillermo Álvarez Durán no solo es reconocido por su trabajo como médico forense, sino también por su labor como docente en la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA) y Univalle. Allí, Guillermo encontró una nueva pasión: enseñar.Dr. Guillermo se destacó por ser un maestro inspirador, capaz de explicar conceptos complejos de manera clara y accesible. Sus clases eran dinámicas, llenas de ejemplos prácticos y casos reales que mantenían a sus estudiantes interesados. "Siempre creí que la enseñanza no es solo transmitir conocimientos, sino también inspirar confianza y pasión por lo que se hace", manifestó.
Muchos de sus estudiantes lo recuerdan como un mentor que no solo enseñaba teoría, sino que inculcaba valores éticos fundamentales para la práctica médica. Fue un docente comprometido, dispuesto a quedarse después de clase para resolver dudas y apoyar a sus alumnos en momentos difíciles.Sin embargo, su empatía y compasión a veces lo llevaron a cometer errores. En más de una ocasión, Guillermo aprobó a estudiantes que no cumplían con los estándares académicos necesarios. Lo hacía movido por la compasión hacia jóvenes que atravesaban problemas personales o económicos. "A veces veía a un estudiante esforzarse tanto que no podía negarle una oportunidad, aunque no estuviera del todo preparado", admitió.
Con el tiempo, entendió que esta actitud, aunque bien intencionada, podía perjudicar tanto a los estudiantes como a la profesión. Fue una lección dura, pero aprendió a encontrar un equilibrio entre ser empático y mantener los estándares de excelencia que la medicina exige.
Legado familiar y filosofía de vida
El Dr. Álvarez siempre ha sentido que su camino está profundamente ligado al legado de sus padres. De su padre aprendió la importancia de la perseverancia y el conocimiento, mientras que su madre le dejó el regalo más valioso: la empatía hacia los demás.
En su vida, Guillermo ha aprendido que los momentos difíciles pueden ser transformados en motivación y que el equilibrio entre trabajo, pasión y familia es la clave para una vida plena. A sus estudiantes y colegas, les repiten una de sus frases favoritas:
"La vida no se trata solo de resolver problemas, sino de encontrar tu propósito y vivirlo al máximo."
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